El Desafío de la Circularidad: ¿Por qué la Infraestructura Invisible es clave en la transición ecológica de Colombia?
La sostenibilidad ya no es una opción, sino un imperativo económico. En este contexto, la industria de la construcción, uno de los sectores con mayor consumo de recursos y generación de desechos, ha asumido el liderazgo en la transición ecológica de Colombia.
Según datos consolidados por el Departamento Nacional de Planeación (DNP), los Residuos de Construcción y Demolición (RCD) llegan a representar hasta el 40% de los residuos sólidos urbanos en las principales ciudades del país, una cifra que subraya la urgencia de adoptar modelos circulares.
En el marco del Circular Monday, la conversación se centra en cómo la elección inteligente de materiales puede impulsar esta agenda. Si bien tradicionalmente el debate se ha centrado en el consumo energético, la durabilidad y reciclabilidad de los materiales desde su origen son igualmente cruciales. Una encuesta de la Cámara Colombiana de Construcción Sostenible (CCCS) ya indicaba que el 53% de sus fabricantes y proveedores encuestados afirma que más del 50% de sus materiales cuenta con atributos de sostenibilidad.
El Policloruro de Vinilo (PVC), un polímero ampliamente utilizado en soluciones de infraestructura, ejemplifica cómo un material puede ser parte integral de un ciclo de vida virtuoso. Se lanza una mirada crítica a la cadena de valor, revelando el "valor oculto" de este material en la minimización de impactos ambientales.
"El PVC ha sido históricamente subestimado en su potencial para la economía circular. Más allá de su reconocida resistencia y versatilidad, es un material que ofrece una prolongada vida útil, reduciendo significativamente la necesidad de reemplazo y, por ende, la generación de residuos", explica Yurani Palacios, gerente de Responsabilidad Social y Sostenibilidad de Pavco Wavin.
La realidad es que las soluciones basadas en este polímero están diseñadas para soportar condiciones exigentes, ofreciendo una vida útil que puede extenderse por más de 50 años. Esta longevidad no solo minimiza la demanda constante de nuevas materias primas, sino que también optimiza los costos operativos gracias a su resistencia a la corrosión y a la disminución drástica de los requisitos de mantenimiento y reparación, reduciendo las intervenciones que generan residuos.
Por otro lado, la ligereza del PVC reduce la energía y las emisiones asociadas al transporte desde la fábrica hasta el sitio de obra. Y lo más importante: el PVC es 100% reciclable. Aunque el desafío en Colombia radica en la implementación de sistemas de recolección y reciclaje a gran escala, la promoción de prácticas que permitan revalorizar este material al final de su vida útil es la clave para cerrar el círculo.
"La economía circular en la construcción es una realidad que exige la colaboración de todos los actores de la cadena. Al entender el valor oculto en materiales como el PVC, podemos diseñar y construir infraestructuras que no sólo respondan a las necesidades actuales, sino que también respeten los límites de nuestro planeta a largo plazo", concluye Palacios.